Todo el universo vibra dentro de cada ser.
En cada célula de nuestro cuerpo vive toda la información que necesitamos; en cada célula, la memoria de quiénes somos.
Nada permanece estático, todo cambia, todo vibra.
Pero cuando nos aferramos y nos resistimos al cambio, estamos obstruyendo ese flujo, interfiriendo con nuestra propia naturaleza. Sin darnos cuenta, nos limitamos y nos enfocamos en un punto, dejando de “ver” todo lo demás.
Cuando nos resistimos al cambio, dejamos de ser libres, entregamos nuestra capacidad de decidir cómo transitar el camino, cómo ascender cada peldaño; nos resistimos a percibir lo que está para nosotros.
El Universo –desde dentro–, nos habla y nos muestra su magia a cada paso.
Escuchar al Universo y sentirlo es escucharnos a nosotros mismos, es verdaderamente escuchar al corazón. Para distinguir su voz, es necesario estar en silencio en nuestra mente, es imprescindible acallar los juicios, abandonar las creencias, que vienen de otras voces, desde mucho tiempo atrás.
Para escuchar al corazón, es imprescindible animarse a SENTIR; descubrir quiénes somos, reconocernos, conectarnos. Pero también es fundamental dejar de ceder el poder al afuera y conectar con el propio. Sentirse desde adentro es conectar con la esencia original, que no tiene mandatos ni miedos; no tiene límites.
El camino siempre es hacia dentro, es ir paso a paso, liberando las cargas, sanando las heridas, abriéndonos a más de nosotros. La libertad implica ir cada vez más profundo, siendo cada vez más genuino; es ir livianos y, al mismo tiempo, llenos de fuerza.
Para liberarnos de condicionamientos, de miedos, de creencias limitantes, no sirve negarlos ni esconderlos; sirve reconocerlos, aceptarlos y entender lo que nos muestran de nosotros mismos.
Cuando entendemos, trascendemos y liberamos esas cargas emocionales, podemos despedirnos de ellas, sanarnos.
La magia existe, pero está adentro.
Paula Di Croce
